viernes, 25 de marzo de 2011

TIERRA SANTA

Oh Tierra valorada,

Sonatas de duelo empañaron tu costa, rebajaron los centros,

por el sur, por el norte, noreste, sureste.

Las memorias te pesan en tu dulce cabeza,

en tus manos resaltas a tu ángel caído,

pañuelos de plata para tus ojos, mirra y oboe ante su altar.

Los ángeles perdieron el vuelo y es Dios quien los ha recibido.

Oh Tierra valorada,

derramaste tus puquios,

exclamando clemente justicia.

Ahora,

tu profunda cantata se oye a lo lejos,

un celeste profundo ha marcado mi pecho,

muy cercano al noreste una imagen te invade,

la señal del descanso se torna de blanco.

DALILA

Mi corazón agitado, paranoico dilema.

Mi cuerpo sollozo contempla tu cosmos,

acertijos de incertidumbre.

Ella y el vaivén, vaivén de sonrisas, perdidas sin costo,

sin interés,

Cuánto lo siento, aprendiz de mujer.

ODA AL SUPLICIO

I


En mi pequeño sillón, mi rincón,


Donde pase tristes momentos,


Aquí estoy posado escualo.


II


Aquí en la oscuridad de mi sala,


7 víboras alicantes,


esperan corroer mi carne.


III


Aquí, jadeante por la enorme soflama,


deseos arcanos inundan mis ojos, me visten de seda,


y se postran al verme, sollozando su ausencia.


IV


Tremolando mí llanto, me uno a la voz estrellada que se gasta


exigiendo vestido de purpura, mi ermitaña paciencia.


V


Aquí donde espero a los Rúa, Yllaconza, Valerio,


González, Ubaldo, Laureano y Medina,


Cardozo y Hurtado; aquí los espero,


aquí, les digo:


“Vuelvan a mi”


jueves, 24 de marzo de 2011